La contaminación del aire interior es un factor de riesgo para la salud respiratoria, por ello sería conveniente llevar a cabo técnicas de desinfección en el aire. La contaminación del aire interior en los países desarrollados viene dada principalmente por la arquitectura de los edificios, los materiales de construcción, los sistemas de ventilación, aire acondicionado y grosso modo por la propia contaminación exterior.
Principales contaminantes biológicos del aire
Entre los principales contaminantes biológicos del aire interior se encuentran las endotoxinas bacterianas, los hongos y los ácaros del polvo.
Los niveles de estos contaminantes varían y se modifican en función de las condiciones climatológicas y la limpieza. La acumulación de material orgánico sirve como nutriente a hongos y bacterias, por lo que la madera, el papel, la pintura y las alfombras pueden albergar microorganismos. Los edificios mal ventilados favorecen el crecimiento microbiano y los humidificadores que usan agua recirculada se contaminan y actúan como reservorios. Si no hay una limpieza y desinfección correcta de los sistemas de ventilación, los ocupantes pueden exponerse a agentes biológicos diversos y también se incrementa la transmisión de enfermedades infecciosas.
La mayor parte de antígenos en el aire interior proceden de los ácaros del polvo y de los hongos, presentes en la ropa de cama, alfombras y muebles. Se ha demostrado que la exposición al ácaro del polvo es un factor fundamental en la sensibilización y el desarrollo patologías atópicas
La exposición a hongos puede provocar alergias, infecciones o efectos irritantes y también se ha relacionado con la prevalencia o exacerbación del asma. La humedad y el calor favorecen su crecimiento y pueden encontrarse en duchas o sótanos con altos niveles de humedad, y también en el agua de los humidificadores o en sus filtros.
Finalmente, las endotoxinas son compuestos que integran la membrana externa de bacterias gramnegativas, como las enterobacterias o Pseudomonas spp., y están compuestas por proteínas, lípidos y lipopolisacáridos. Estos últimos son los responsables de la mayoría de los efectos de las endotoxinas sobre la salud, que pueden ocasionar síntomas como fiebre, dolor de cabeza, irritación en la garganta, tos, sibilancias, opresión torácica, o el síndrome tóxico por exposición a polvo orgánico, con un cuadro agudo similar a la neumonitis por hipersensibilidad.
Fuente: http://www.higieneambiental.com/