En el post anterior dedicado a los centros geriátricos abordamos la especial vulnerabilidad de los residentes con toda la batería de medidas de prevención, generales y específicas, para evitar complicaciones tanto en la salud como en el bienestar de los ancianos.
En el post de hoy, queremos hablar del riesgo que supone en estos establecimientos cualquier incursión de especies plaga o la manifestación de focos de contaminación microbiana asociada.
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ToggleLa prevención es clave en una población vulnerable
La vigilancia preventiva, la limpieza y el orden son los tres pilares fundamentales sobre los que trabaja la Seguridad Sanitaria en estos centros. La merma en la condición física y del nivel general de defensas en las personas mayores hace imprescindible procurar la detección precoz de los peligros que pueden derivarse de las situaciones que confluyen en cada instalación, así como de los hábitos establecidos y las circunstancias que, de forma extraordinaria, pueden concurrir en un momento dado.
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Por ello, la vigilancia se sustenta en frecuentes diagnósticos de situación. Esa investigación determina las relaciones causa-efecto, anticipándose a que ocurran. Fija las medidas que previenen de incidencias, deterioros y de la propagación de plagas o infecciones.
Los diagnósticos de situación son la piedra angular
La información es poder y de nuevo se confirma aquí. Identificar los puntos débiles en el plano de cada establecimiento, permite:
- Corregir estructuras dañadas o desprotegidas. Sellar grietas u orificios, subsanar aperturas en juntas, asegurar tapas de desagües, instalar mallas mosquiteras en ventanas y respiraderos al exterior o burletes en puertas con holgura.
- Cuidar y mantener las áreas circundantes de jardín, patios y terrazas. Evitando crecimientos descontrolados de vegetación, embozos en las canalizaciones de evacuación de aguas o la acumulación de desperdicios.
- Favorecer unas prácticas adecuadas de orden y limpieza a todos los niveles. Garantizando la accesibilidad a los perímetros y rincones de todas las estancias, procurando las frecuencias necesarias de recogida y retirada de residuos/basuras, asegurando las pautas de higiene personal y de las propias instalaciones.
- Minimizar el empleo de productos químicos. Entendiéndolos como agentes que pueden afectar a los organismos especialmente sensibles de las personas mayores.
Identificar, corregir y vigilar
A la identificación de los puntos a proteger y la adopción de las medidas necesarias en cada caso, seguirá la vigilancia para asegurar el correcto mantenimiento de los controles dispuestos.
Impedir vías de acceso disponibles para las especies-plaga y asegurar unas buenas prácticas de funcionamiento (higiene, alimentos, almacenamiento, residuos), marcan un escenario predispuesto a conseguir el mejor espacio sanitario geriátrico.
Existen estrategias que combinan acciones y elementos para asegurar las zonas identificadas como más sensibles, relegando como último recurso la aplicación de principios biocidas.
Podríamos elaborar una lista de medidas aplicables, cuyos efectos se solapan y encadenan soluciones con cero afección a las personas.
- Implementación de barreras físicas para impedir el trasiego de plagas desde áreas exteriores.
- Control de proveedores y de las mercancías recibidas en el centro.
- Creación de circuitos con puntos testigo para vigilar-detectar señales de actividad debida a especies plaga.
- Monitorización de los controles, identificación de posibles capturas y valoración activa de conclusiones.
- Revisiones de higiene y limpieza frecuentes de superficies en espacios clave, tanto de uso conjunto (comedores, salas de ocio, gimnasios), como individual (aseos, habitaciones).
- Gestión adecuada de desperdicios y basuras.
En la anticipación reside el éxito de los resultados
A todo lo anterior se suma la formación y dedicación tanto de los cuidadores del centro geriátrico, como de los técnicos de sanidad ambiental.
Descubrir a tiempo indicios de puntos singulares de suciedad en la ropa de cama o el colchón, puede ser indicativo de la presencia de chinches en una habitación. El seguimiento de los enclaves que generan calor y humedad hace posible concretar la mínima evidencia de incursión o anidamiento de plagas (habitualmente pequeños roedores o cucarachas Blatella germánica). Vigilar cornisas, pasarelas y roqueros exteriores, permiten detectar intentos de asentamiento de especies que pueden resultar molestas y hasta peligrosas, como las avispas o determinadas arañas.
Y cuando la solución no pueda ser finalmente completa con las medidas y seguimientos implantados, deberá seleccionarse un principio biocida con la menor clasificación toxicológica y aplicarlo a la dosis efectiva más baja, siempre en ausencia de personas y con la seguridad de las precauciones necesarias en el momento de la aplicación.
En próximos posts analizaremos otros aspectos concretos de nuestro trabajo en defensa del bienestar y la seguridad de nuestros mayores.
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